Por Enrique Gutiérrez y Pamela Lara.-
La yegua “Quincha Nueva” adquirida a Armando Araneda en Mulchén marca el inicio del Criadero Santa Bernardita.
Esta afirmación la hizo don Fernando Corvalán Roco en el año 1987 a la revista “Puntos Buenos” – órgano oficial de la Asociación de Rodeo Chileno de Linares – al ser entrevistado para la edición número 2, publicada en ese año y que contenía la historia de los diversos criaderos que existían en la época en la provincia de Linares.
“Yo fui a Mulchén allá por el año 1955 en busca de buena sangre para armar mi criadero y allí compré esa yegua al dueño del fundo Peumal. La “Quincha Nueva” era hija del potro Colhue”, relató don Feña en la oportunidad, agregando que la primera cría de la Quincha Nueva fue el caballo Enquinchao, aunque la información está incompleta ya que no aparece mencionado el nombre del potro reproductor. En todo caso hay que concluir que el criadero Santa Bernardita se inició con nombres acampados.
Puntualicemos además que esos datos están marcando el inicio del criadero como tal, ya que la actividad corralera la había iniciado don Feña allá por los años 1947-48 con otros mancos que él poseía, pero que no eran criados.
Hablar del Criadero Santa Bernardita es hablar de una familia – Corvalán Andrade, en sus comienzos – que desde fines de la década del cuarenta inició su compromiso con el rodeo y con la crianza del caballo chileno. Inicialmente esa crianza surgió solo con la idea de ir aumentando la masa caballar de don Fernando Corvalán Roco, agricultor y ganadero emprendedor de la comuna de San Javier y que matriculó rápidamente a su descendencia en la actividad del rodeo chileno.
Así lo recuerda Cármen Corvalán Andrade, una de sus hijas que nos comenta que cuando recién tenía seis años ya acompañaba a su padre a los rodeos a la vez que se entusiasmaba con ver crecer potrancas y potrillos en el campo de don “Feña”.
“Yo recuerdo que ir al rodeo era ir a una gran fiesta en la que toda la familia estaba comprometida, incluyendo a mi madre que gustaba de acompañar a mi papá y disfrutaba con nosotros de la actividad que se realizaba en las diversas medialunas de la región, que no eran muchas en ese tiempo pero que siempre se repletaban con un público ferviente que disfrutaba tanto en las tribunas como en el casino; sí, digo en el casino porque en ese tiempo nadie se quedaba en el camión para almorzar en torno a una parrilla, ya que no había ni parrilla ni camiones, y los empleados también se sentaban a la mesa con nosotros en los diferentes casinos. Era otra época de participar en el rodeo”, nos comenta doña Carmen quien lleva la voz cantante en una reunión en que el equipo de Rodeo Linares compartió con algunos miembros de las familias, para conocer la historia del criadero Santa Bernardita.
La cita se realizó en Orilla de Maule, la tierra de los Corvalán, en casa de Luis Fernando Corvalán Gutiérrez, el “Pito” en el ambiente familiar y corralero, acompañado de su esposa Vivi Aravena, sus tres hijos (dos damas y un varón), la señora Carmen y Luis Fernando Corvalán Adrade junto a su esposa Mercedes.
ALLÁ POR EL AÑO 48
“Mi papá preparaba con a lo menos quince días sus equipos para ir a participar a un rodeo, ya que había que viajar por tierra, a caballo, en aquellos años y las distancias se hacían largas para ir de San Javier a Linares, Yerbas Buenas, Longaví, Parral, Talca, San Clemente e inclusive Cauquenes. En esa época no había tantos rodeos como ahora que cuando se inicia la temporada en septiembre, tenemos rodeos seguidos hasta el mes de marzo y se viaja en vehículo, y los caballos van en camión u otro tipo de carruaje hecho que permite llegar la tarde noche del día anterior o en la madrugada del mismo día del inicio. Hay que hacer notar que cada comuna o cada club de rodeo realizaba solo un rodeo por temporada, de modo que con un mes de anticipación la gente ya sabía el calendario y empezaban los preparativos.
“Esos preparativos yo los viví desde pequeña en mi casa, cuando mi padre preparaba los aperos de los mancos, cuando los herraba y cuando los trabajaba un poco antes de partir a cada uno de esos rodeos, a veces con casi tres días de anticipación y con regreso el martes o miércoles después de finalizado el evento, porque las celebraciones eran buenas y largas.”}
Siguiendo con esta historia inicial el nombre de Santa Bernardita, nos cuenta la señora Carmen, “proviene de mi hermana mayor, fallecida hace unos años que se llamaba María de la Luz Bernardita, y mi padre quería ponerle Criadero San Pablo, porque nuestro campo llevaba ese nombre, pero ya estaba inscrito en la SNA ese nombre de criadero correspondiente a un señor cercano a Osorno, así que optó por ponerle el nombre de Bernardita por esta hija que había nacido poco tiempo antes”.
Nos detenemos en esta historia para recordar con Carmen Corvalán que en aquellos años los criaderos no eran muy abundantes, ya que la gente no pensaba mucho en el futuro corralero, si no que vivían la actividad en un presente y compraban caballos o de repente criaban en forma irregular, consiguiéndose las montas de los reproductores para lo que siempre un buen amigo estaba dispuesto a facilitar los potros.
“Lo de mi padre fue más organizado, diría yo, porque año tras años iban naciendo las crías y era común ver siempre yeguas premiadas”.
Lo concreto es que los antecedentes que nos entregó don Feña allá por 1987, marcan oficialmente el nacimiento del criadero Santa Bernardita que en la actualidad se mantiene activo, siguiendo una crianza muy racional en cuanto a la cantidad, pero así mismo muy ceñida a la línea de sangre que le impuso su fundador hace ya más de seis décadas.
Así, por lo menos, lo ratifican Fernando Corvalán Andrade y Luis Fernando Corvalán Gutierrez – hijo y nieto, respectivamente de don Feña - quienes aseguran que no hay demasiado espacio como para tener una crianza descontrolada.
Sobre el mismo tema, doña Carmen nos dice que se siente “feliz y orgullosa de que mi sobrino Luis Fernando esté ahora a cargo del criadero, porque en su destacada trayectoria corralera ha aprendido muchas cosas nuevas que refuerzan las enseñanzas que le entregó su abuelo, y que posteriormente ha ido extendiendo su padre”.
LABRIEGO, MIMOSA Y RODEO EN EL RECUERDO
Al desarrollar la charla con los Corvalán, circulan muchos nombres de ejemplares, tanto potros como yeguas y caballos, que le dieron vida al criadero Santa Bernardita y que prolongaron su existencia hasta estos días.
Entre otros, recordemos a Mimosa en primer lugar (sexta en el ranking de Chile 1997), Labriego, Rodeo (gran reproductor), Seductor, Seductora, Ventolera, Chicha Fresca, Buenamoza, Guindal, Altanero, Totora, Vendimia, Pastel y Violetera. Son nombres que se proyectan en varios ejemplares nuevos, en plena crianza, entre ellos Chico Mati, que ya apareció en las pistas corrido por su propietario Matías Corvalán Aravena, 13 años, hijo del gran Campeón “Pito” Corvalán y de Viviana Aravena, su esposa.
CUATRO GENERACIONES
Como lo señala el título de esta historia, Santa Bernardita es la conjunción de cuatro generaciones que se han involucrado en el rodeo, fieles a las tradiciones del campo chileno, comprometidos con esta actividad auténticamente chilena y que desde sus inicios fue propia de los campos chilenos, extendiéndose pronto al plano urbano sin perder para nada su autenticidad.
En ausencia del fundador, su hijo y sus hijas mantuvieron durante años la tradición y el apellido se acentuó con la extraordinaria campaña que ha desarrollado - en la tercera generación – Luis Fernando Corvalán Gutiérrez, conocido en todo el país corralero como el “Pito” Corvalán, con un título nacional de rodeo y destacadas participaciones en clasificatorios y finales nacionales de rodeos de los Criadores, más un vicecampeonato y dos terceros lugares en la Final de Rancagua. Además ostenta, junto a Gustavo Valdebenito el impresionante record de haber sido en toda la historia del rodeo chileno, desde 1988 en adelante, la única dupla de jinetes que lograron ganar el primero, segundo y tercer lugar en un rodeo Clasificatorio, hecho ocurrido en la Medialuna de San Carlos años atrás.
Nos queda pendiente una parte importante de Santa Bernardita, y es la historia de Fernando “Cachulo” Corvalán Andrade, el papá del Pito, quien lleva más de medio siglo corriendo la vaca y que espera pronto poder correr un rodeo con su nieto Matías. La trayectoria de Cachulo es exitosa y extensa, de modo que los dejamos invitados para unos días más en que la entregaremos en reportaje aparte.
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